
Repudio a una agresión cobarde: la violencia política contra Daniela Monzón no puede naturalizarse
Por: José María Méndez Susseret
La sesión en la que se trató la Ordenanza Fiscal Impositiva dejó un episodio tan lamentable como intolerable. La concejal de La Libertad Avanza, Daniela Monzón, luego de acompañar con responsabilidad institucional la propuesta del oficialismo de Sergio Barenghi, fue víctima de una agresión verbal violenta, desmedida y cobarde por parte de dirigentes del PRO Bragado: los hermanos Ribatto.
Lo sucedido no puede minimizarse ni disfrazarse de “calentura política”. Tres hombres increpando a una mujer en la sede del Concejo Deliberante, elevando el tono hasta niveles inaceptables, constituye un acto de violencia política que merece el más firme repudio. Mucho más grave aún cuando uno de los agresores es Martín Ribatto, concejal electo por La Libertad Avanza, quien asumirá sus funciones el próximo 10 de diciembre. Quien va a ocupar una banca debería ser el primero en respetar la convivencia democrática, no el que la quebranta.
Lo que vivió Daniela Monzón es el reflejo de aquellas prácticas que la sociedad ya no tolera: la presión en patota, la intimidación y el intento de condicionar la libertad de acción de una representante elegida por el voto popular. A una mujer no se la agrede, no se la persigue ni se la aprieta por decidir políticamente con autonomía.
Monzón actuó como corresponde a una funcionaria seria: debatió, analizó y votó desde su convicción y responsabilidad. Nadie tiene derecho a marcarle el paso ni a disciplinarla con gritos y amenazas.
La democracia exige firmeza ante estos atropellos. No se puede permitir que quienes deberían dar el ejemplo caigan en actitudes patoteras y violentas. Acción Política sí; violencia jamás. Hoy más que nunca, es necesario respaldar a Daniela Monzón, quien demostró coraje y dignidad ante quienes quisieron amedrentarla.
Las diferencias se discuten en los recintos, no se imponen a los gritos ni mucho menos en grupo sobre una mujer. Lo demás es pura cobardía disfrazada de política.